La pesca de recreo ha sido practicada a lo largo de la historia por todos los pueblos costeros y las Islas Baleares no fueron una excepción. No obstante, en los últimos tiempos se ha producido un aumento considerable de esta actividad.
A finales del siglo XIX, el archiduque Luis Salvador de Austria en su obra «Die Balearen» publicada en 1897 ya puso de manifiesto la importancia de la pesca no profesional en las islas Baleares
A finales del siglo XX la pesca profesional de las islas Baleares fue perdiendo peso en el mercado local frente al incremento de los productos de la pesca importados. En el post número 7 de este blog ¿Cuánto pescamos en las Islas Baleares y cuanto pescado comemos? Se comentaba: “Actualmente en las Islas Baleares la flota pesquera local podría estar desembarcando al año unas 7.500 toneladas de pescado fresco y consumimos anualmente unas 32.000 toneladas de productos de la pesca, de las cuales 18.000 toneladas son de producto fresco”. Un evidente déficit en la cuota de mercado del producto local, en parte consecuencia de la incapacidad del sector pesquero local para satisfacer la demanda de los mercados. Una circunstancia indudablemente relacionada con la reducción de la flota pesquera profesional. En el post numero 37 también de este blog se analiza esta realidad, buscando posibles explicaciones en “La evidencia cotidiana de los usos y costumbres de los puertos, el endeudamiento de la flota, la tendencia a huir hacia adelante y sobre todo la falta de ideas e ilusión para cambiar la realidad”.
Pero frente al este declive de la pesca profesional, se ha venido observando un aumento de la pesca de recreo, incluida la pesca deportiva. Una sociedad con más tiempo disponible para dedicar a actividades de ocio, el aumento del nivel de vida y del poder adquisitivo y los avances tecnológicos a disposición, son probablemente en buena parte responsables de este aumento de la pesca de recreo.
El aumento de la pesca de recreo genera un importante volumen de negocio y generación de empleo
Actividades que van desde el mercado náutico de embarcaciones, equipamientos y suministros a la prestación de servicios portuarios, de mantenimiento y otros, son consecuencia del aumento de la pesca de recreo. Algunos intentos de cuantificación de este volumen de negocio en las Islas Baleares lo han situado en cerca de 60 millones de euros anuales. Llegados a este punto es inevitable compararlo con el generado por el sector pesquero profesional, incluidos los propios de la comercialización del producto de la pesca extractiva local que en primera venta ronda los 20 millones de euros anuales.
Todo ello pone de manifiesto la necesidad de replantear el sistema de gestión de la actividad pesquera, actualmente centrada en la pesca profesional, incorporando la pesca recreativa
Este nuevo planteamiento obligaría también a incorporar los impactos propios de la pesca de recreo sobre los recursos. Unos impactos que hasta la fecha han sido dejados de lado por la evaluación y gestión pesquera pese a que su peso es importante. Una primera idea de su importancia en las Islas Baleares nos la puede proporcionar el numero de personas que practican la pesca de recreo.
Se estima que un 5 por ciento o incluso más de las 1.200.000 personas que habitan el archipiélago practica la pesca de recreo, avanzándose la cifra de 73.000 personas
Se trata de una actividad lúdica que se practica utilizando una gran diversidad de artes de pesca como pueden ser líneas de mano, cañas, líneas pelágicas o de arrastre y más recientemente aparejos novedosos como jigging, inchiku y otros. Estos artes se utilizan dependiendo de que se trate de pesca desde la costa, pesca desde embarcación o pesca submarina y también de la temporada, de las especies objetivo o de los propios pescadores. Lógicamente la actividad de estas personas es muy variada y buena parte de ellas puede que no practique la pesca sino unos pocos días al año. El segmento más activo situaría su actividad en un máximo de 35 jornadas de pesca al año. En cualquier caso, debemos concluir que estas actividades de ocio suponen un impacto sobre los ecosistemas y recursos marinos vivos del Archipiélago nada despreciable.
El número de licencias de pesca recreativa aumentó espectacularmente durante la primera década del siglo XXI hasta alcanzar las 51.000 licencias en 2011. Actualmente son unas 42.000 licencias de pesca desde tierra, 12.600 licencias de embarcación para un máximo de 5 personas por embarcación, aunque se puede considerar que normalmente se trata de una media de 2 personas por embarcación. A estas hay que añadir las 1.300 licencias de pesca submarina más unas 300 o 400 que se desplazan de otras comunidades.
Así que habría alrededor de 70 pescadores recreativos por cada pescador profesional con los que comparten, en la modalidad profesional de artes menores, algunas especies objetivo. Casos muy significativos son la pesca del calamar o de peces de gran tamaño de los fondos rocosos del litoral como es la pesca del anfós en el caso de la pesca submarina. Las cifras de pescadores de recreo además se ven incrementadas durante la temporada alta de turismo en las islas. Se ha llegado a estimar que unos 200.000 de los turistas que visitan la isla de Mallorca practican la pesca.
Pero no se pueden meter en un mismo saco todas las modalidades de pesca no profesional
Para valorar la importancia y los impactos de las diferentes modalidades de pesca no profesional es preciso distinguir entre las diferentes modalidades existentes. Capacidades de pesca diversas, diferente número de practicantes, impactos muy diferentes, más reglamentadas en unos casos y menos en otros y reglamentaciones más o menos respetadas. La pesca no profesional incluye las diferentes modalidades de pesca de recreo: desde tierra, realizada desde embarcaciones en la franja litoral o de altura, incluida la facilitada por las empresas de charter pesquero, la pesca submarina y también las diferentes modalidades de pesca deportiva. A estas modalidades hay que añadir la pesca ilegal que no respeta la reglamentación establecida, existente en todas las modalidades de recreo y también profesionales y sobre todo la pesca furtiva asociada al intrusismo no profesional en los mercados de productos pesqueros. El problema es que en la actualidad la información acerca de las diferentes modalidades de pesca no profesional es bastante incompleta y ello dificulta enormemente su ordenación.
En las Islas Baleares se estima que podría haber unas 20.000 embarcaciones que se dedican a la pesca de recreo y más de 40.000 personas que pescan desde tierra
Una flota cuya mayoría de embarcaciones opera cerca de la costa, si bien se estima que alrededor de 250 embarcaciones en la isla de Mallorca practican la pesca de altura. Una flota de altura que en realidad podría ser de muchas más embarcaciones en el archipiélago ya que no son pocas las que se desplazan desde puertos peninsulares o del extranjero, sobre todo de Francia o Italia. A esto hay que añadir las 7 ó 8 empresas de charters pesqueros legales. Las dedicadas a la pesca de altura son embarcaciones de mayor porte y altamente tecnificadas, lo que les permite acceder a zonas y especies antes inaccesibles con lo que su impacto sobre los recursos pesqueros no es nada desdeñable. Al parecer, un 63% de los pescadores, operan desde embarcaciones como llaüts tradicionales, lanchas a motor y algunas neumáticas o veleros, un 33% lo hacen desde tierra y un 4% practican la pesca submarina. Un porcentaje pequeño, el de la pesca submarina, pero con un impacto considerable porque una pequeña parte muy activa puede llegar a efectuar ilegalmente importantes capturas que son comercializadas. Un intrusismo que causa un importante perjuicio al sector pesquero profesional.
Las capturas efectuadas por la pesca recreativa se centran en unas 40 especies de peces y cefalópodos, aunque son unas pocas las que constituyen el grueso de las capturas. Serránidos: serrà, vaca y anfós; labridos: tords y similares; esparidos: esparrall, variada, sarg, pagell, pàguera, càntara y dentó además de pop, raor, serviola y calamar y especies antes poco accesibles como cap-roig y gall sobre todo en el caso de la pesca de altura. Pero en la pesca de altura las principales especies objetivo son los tunidos: bacora y tonyina vermella si bien en este último caso se trataría de pesca ilegal. Todas estas especies en general presentan síntomas de sobreexplotación.
Las estimaciones más fiables sitúan el volumen de las capturas anuales totales de la pesca recreativa de Mallorca en unas 1.200 toneladas
Esto representa un 40% de los desembarcos comerciales oficiales que se estiman en unas 3.000 toneladas al año. De ser así las Islas Baleares constituirían un caso excepcional ya que la Unión Europea estima que en el Mediterráneo la pesca recreativa supone alrededor del 10% de las capturas. No obstante, también es cierto que las capturas oficiales desembarcadas por la flota profesional están subestimadas y en realidad podrian ser mucho mayores. Por otro lado, también se debe señalar que cada vez es mas habitual que el pescador de recreo practique la modalidad “captura y suelta” con lo que una parte de las capturas se estarían liberando con vida minimizando con ello la mortalidad efectuada sobre las poblaciones de peces.
En los años 70 del siglo XX se empezó a establecer una reglamentación de la pesca profesional efectiva apoyada en las recomendaciones de los científicos y orientada a moderar la explotación de los recursos pesqueros tomando como referencia lo que se dio en llamar Rendimiento Máximo Sostenible de la actividad pesquera. Estas recomendaciones parten de que no se puede pescar más de los excedentes de biomasa generados por la propia reproducción de las poblaciones de peces sin dañar el recurso. No obstante, el sector pesquero profesional ha ido eludiendo, en la medida de sus posibilidades, estas recomendaciones y ello ha conducido al colapso actual de la pesca profesional.
No es descartable la desaparición del sector pesquero balear como sector económico relevante y su sustitución en los mercados por productos procedentes de otras áreas del planeta o de la acuicultura.
Paralelamente a este declive ha ido ganando presencia la pesca recreativa en sus diferentes modalidades y ello ha obligado a avanzar en su reglamentación. La pesca recreativa ya cuenta con una reglamentación basada en el establecimiento de tallas mínimas, medidas técnicas como el tamaño de los anzuelos, limitación de capturas, vedas temporales o de áreas con restricciones a la actividad, además de la obligación de marcar los ejemplares capturados por los pescadores de recreo para evitar su comercialización. Esta reglamentación, de ser respetada podría asegurar la sostenibilidad de la pesca de recreo en las Islas Baleares. La pesca deportiva que es la propia de competiciones oficiales está sometida a reglas estrictas y en el caso de la pesca recreativa el cumplimiento es cada vez mayor pero todavía deja mucho que desear. Es particularmente preocupante la pesca ilegal y el furtivismo desde embarcación o submarina, sectores en los que la opacidad es máxima. Las capturas procedentes de la pesca ilegal y furtiva que se estima podrían ser de un 10% del total de la actividad de recreo, en su gran mayoría capturas de alto valor económico van a parar a un mercado negro sobre todo de restaurantes, lo que constituye una intolerable competencia desleal con la pesca profesional. Gall, dentó, cap-roig, raor, anfós, escorball, calamar, xigala o verderol son las especies mas habituales en este mercado negro.
La solución está en la concienciación del pescador acerca de la necesidad de practicar una pesca responsable y en seguir avanzando en el cumplimiento de las reglamentaciones. Es preciso incrementar el control y la vigilancia, conscientes de que tratándose las Islas Baleares de un litoral de 1.420 kilómetros de costa el establecimiento de un sistema eficaz de vigilancia no es tarea fácil.
El incumplimiento de la reglamentación podría llevar a la pesca de recreo a un fin similar al que se ve abocada la pesca profesional y ello comportaría una enorme perdida para el patrimonio económico, social y cultural de las Islas Baleares