Son frecuentes las informaciones acerca del aumento del déficit público de España que en 2016 se situó en el 4,5% del PIB y del crecimiento del endeudamiento que ese mismo año llegó a 1,1 billones de euros, el 100% del valor de toda la economía del país.
A pesar de mi ignorancia en temas económicos puedo entender que gastando más de lo que se ingresa y además arrastrando un endeudamiento enorme que se sigue incrementando mal vamos. En consecuencia, entiendo que a quien le corresponda gestionar la situación no le quede más remedio que reducir el gasto y que para ello deba recortar en áreas sensibles como son las orientadas a mejorar el bienestar de la sociedad. Lo mismo que debería hacer cualquier familia en situación similar a pesar de las quejas de sus miembros al ver mermada su calidad de vida.
Lo que me resulta más difícil de entender es porque no se piensa también en incrementar los ingresos. En una familia se trataría de que sus miembros no solo trabajaran más, sino que también se esforzaran en encontrar trabajos mejor remunerados. Pero lógicamente si queremos que el resultado económico de nuestra actividad aumente, que se nos remunere mejor, deberemos mejorar nuestras cualificaciones procurando además incorporar practicas innovadoras y más competitivas.
Por eso, volviendo a la economía general del país, no puedo entender que el encargado de gestionar no sea capaz de ver que el gasto de carácter productivo como es el caso del destinado a la investigación científica y al desarrollo tecnológico (la I+D) puede contribuir también a reducir el déficit y el endeudamiento incrementando a medio y largo plazo los ingresos.
El informe de la Fundación Cotec 2017 pone en evidencia que los encargados de gestionar la economía de nuestro país no lo han sabido ver así. Probablemente atrapados por el miedo escénico de la crisis económica y esclavos de su cortedad de miras, han optado por el café para todos. Es decir, también han aplicado recortes a la inversión en I+D causando un daño enorme al futuro del país. Para dar una idea del resultado digamos que en 2015 en España el gasto total en I+D ejecutado fue de 13.172 millones de euros, un 10,40 % inferior al de 2008 y que ese año quedaban 122.437 investigadores, un 90% de los que había en 2010.
Resumiendo, frente a la crisis económica reducir el gasto es imperativo, pero lo inteligente es procurar al mismo tiempo aumentar a medio y largo plazo los ingresos y para ello es muy recomendable mantener o incluso aumentar la inversión en Investigación científica y Desarrollo tecnológico, lo que coloquialmente llamamos I+D. La mala noticia es que los encargados de gestionar la economía de nuestro país han hecho exactamente lo contrario.
La I+D, la ciencia, es generadora de conocimiento y del conocimiento se derivan los desarrollos tecnológicos que han permitido a la humanidad progresar y utilizar el entorno en su beneficio. En el post #45 de este mismo Blog se abordaba esta cuestión intentando responder a la pregunta ¿para qué sirve la ciencia?. Es evidente que las aplicaciones del conocimiento científico permiten mejorar el resultado económico de las empresas y que la implementación de políticas basadas en conocimientos científicos solidos aporta soluciones más económicas a los problemas de naturaleza diversa a los que se enfrenta la sociedad. Los avances en I+D tienen, sin lugar a duda, una importancia vital en el desarrollo económico, el uso sostenible de los recursos y para el bienestar social.
Pero más allá de la traducción en rendimiento económico y en mejora de la calidad de vida del resultado de la investigación científica, la propia actividad tanto la investigación científica como la formación en ciencias tienen un impacto económico muy relevante en la economía general del pais. Este impacto, nada desdeñable constituye una razón adicional que también deberían valorar los gestores a la hora de tomar decisiones relacionadas con la inversión en I+D.
Este impacto económico se produce en todos los ámbitos de la actividad científica y tecnológica. Sera mayor en grandes áreas de actividad como la investigación médica, las energías, la biotecnología, la biología molecular, las tecnologías de la información y comunicaciones, la aeronáutica o la tecnología naval, pero también lo es en el de las ciencias marinas, ámbito con menor proyección directa de mercado pero de enorme importancia social en nuestro país al ser esencial para la gestión de un bien común como es el mar, las costas y sus recursos.
Por lo que se refiere a las ciencias marinas en 2016 se llevó a cabo una cuantificación económica de la investigación y la formación en ciencias del mar en España calculando el impacto que estas actividades tienen en el conjunto de la economía a través de las relaciones intersectoriales en la economía global del país (Eduardo Balguerías, Pere Oliver, La importancia económica de la investigación marina en España. In Economía Industrial Núm. 386: Las industrias del mar). Se estimó un impacto económico total de 2.381 millones de euros, que corresponde a una producción efectiva de 817 millones, 718 millones de efecto indirecto en otras ramas de la actividad y 846 millones de efecto inducido a través del empleo.
El impacto de las ciencias del mar en otros sectores de la economía es de 112 millones de euros en el sector de otras actividades empresariales, seguido en importancia por el impacto en el sector de actividades inmobiliarias, con casi 105 millones de euros de su producción efectiva. Otros sectores en los que las ciencias del mar producen impacto superiores a los 50 millones de euros son la restauración, la fabricación de maquinaria y material eléctrico, el comercio al por menor, correos y telecomunicaciones y administración pública. Asimismo, el impacto total sobre el Valor Añadido Bruto de las ciencias del mar asciende a 976 millones de euros en términos de valor añadido bruto. El impacto total sobre el empleo de las ciencias del mar mide no sólo el propio empleo de los agentes dedicados a la investigación y formación en ciencias del mar, sino también el empleo que genera de forma directa, indirecta o inducida en los demás sectores de la economía. Un total de 22.551 empleos generados, de los que 8.788 son los directamente empleados por las empresas, instituciones y organizaciones dedicadas a la investigación y formación en ciencias del mar y el resto se produce por la vía de los efectos intersectoriales. Finalmente, el impacto de la renta fiscal de las ciencias del mar asciende a 230 millones de euros.
Extrapolando el impacto de las ciencias marinas a toda la actividad en I+D en España nos encontraríamos con un valor nada desdeñable a sumar a la traducción en rendimiento económico y en mejora de la calidad de vida que genera la investigación científica. La conclusión debería ser obvia, resulta muy recomendable no solo no recortar sino incrementar la dotación presupuestaria del capítulo I+D. Pues bien, nuestros gestores no han tenido el menor miramiento en optar por el café para todos. Las partidas destinadas a la I+D se han visto igualmente recortadas olvidando que se trata de partidas altamente productivas. Han tratado a la I+D como si fuera una actividad de ocio prescindible. Con ello, actuando igual que aquellos necios que cuando el sabio señala la luna no ven mas allá del dedo, han hipotecado nuestro futuro y han deteriorado nuestro frágil sistema de I+D de tal forma que, en el mejor de los casos, se tardara generaciones en recuperarlo. Espero que estos gestores algún día serán capaces ver el enorme daño que han causado a España con su irresponsable actuación.