En la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX un buen número de científicos visitaron las Islas Baleares para estudiar el Mar Balear. La interrupción, en el siglo XIX, del llamado renacimiento científico español del siglo XVIII, consecuencia de un clima político poco favorable, conllevó la pérdida de contacto de la ciencia española con Europa. Por contra sociedades, instituciones y científicos de toda Europa, deseosas de investigar in situ y de descubrir nuevos lugares, organizaron viajes científicos que en algunos casos llegaron a las Islas Baleares. En 1908, al inaugurarse el Laboratorio de Biología Marina de Portopí en la Bahía de Palma las visitas de científicos de todo el mundo interesados por el estudio del Mar fueron aun más frecuentes.
El primer viaje del que tenemos noticia es el que realizaron a Mallorca y Menorca, en la primavera de 1853, Henri Lacaze-Duthiers, biólogo, zoólogo, profesor de la Universidad de la Sorbona y uno de los fundadores de la ciencia moderna y el naturalista Jules Haime del Museo de Historia Natural de París. Este viaje marcó el punto de partida de la investigación marina en las Islas Baleares y en consecuencia de la oceanografía en España. Regresaron a Paris con cajas llenas de muestras y numerosas carpetas con dibujos y anotaciones. Haime publicó en 1855 Notice sur la Géologie de l’ile Majorque en el Bulletin de la Société Géologique de France y Lacaze Duthiers en 1857 Voyage aux Iles Baléares. Lacaze-Duthiers regresó a Menorca el verano de 1858 y pudo observar como un pescador utilizaba la púrpura de los antiguos para marcar sus redes. A partir de estas observaciones pudo establecer definitivamente la parte del animal que proporciona la rara materia colorante y publicó en Annales des Sciences Naturelles un artículo titulado Mémoire sur la pourpe. Lacaze Dutrhiers fundaría en 1882 el laboratorio Aragó en Banyuls sur Mer junto a la frontera española.
En 1884 Odón de Buen i del Cos, acabados sus estudios de Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid, viajó a Mallorca y quedó impresionado por la belleza y la riqueza natural de la isla. Años más tarde, en 1889, ya catedrático de Historia Natural a la Universidad de Barcelona, inició con sus estudiantes excursiones a Mallorca y empezó a pensar en la posibilidad de crear una estación científica permanente en las islas. El 1893 viajó al Laboratorio Aragó y conoció a Lacaze Duthiers que le animó a crear un laboratorio en las Islas Baleares. Allí conoció también al zoólogo rumano y explorador de la Antártida Émile Racovitza y a Georges Pruvot. Con Pruvot y Racovitza Odon de Buen viajó a bordo del buque de investigación Roland de 21 metros de eslora a las Islas Baleares en 1903 y 1904. Les acompañaron otros científicos como los profesores Motz y Gruvel y los doctores Mienkiewicz y Livanov de la Universidad de Kasan. Durante la campaña de 1904 Racovitza conoció al naturalista mallorquín Fernando Moragues, hijo del propietario de las cuevas de Manacor y juntos las exploraron. Recogieron ejemplares de un crustáceo isópodo cavernícola y Racovitza lo describió llamándolo Tiphlocirolana moraguesi en honor a su anfitrión. En el paseo marítimo de Palma, junto a la cala de Can Barbarà una estatua de Racovitza lo conmemora.
El Archiduque Lluis Salvador de Austria había visitado las Illes Balears por primera vez en 1867, cuando aún era estudiante y posteriormente adquirió propiedades en las que realizó largas estancias invitando a numerosos científicos. El Archiduque fue uno de los impulsores de la creación en 1906 del Laboratorio de Biología Marina de Portopí. Unos días antes de la inauguración del laboratorio en 1908 salió de Barcelona el vapor Bellver con representantes de instituciones científicas de toda Europa a bordo. Navegaron alrededor de Mallorca parando para visitar las cuevas de Artà antes de llegar a Palma. Los miembros de la Societat Zoológica de Francia presentes en la expedición celebraron una sesión extraordinaria de la Sociedad en Mallorca. Creado el laboratorio, fueron más los científicos interesados por el estudio del Mar Balear que llevaron a cabo estancias en Portopí contribuyendo a la producción científica de esta época. Una época en la que cabe destacar las visitas del príncipe Alberto de Mónaco a partir de 1909 a bordo de su buque oceanográfico Hirondelle II. En todas las ocasiones visitó el laboratorio de Portopí y su última visita fue en noviembre de 1919 camino de Madrid para asistir a la Conferencia Internacional del Mediterráneo.
En enero de 1910 el premio Nobel de fisiología y medicina, Santiago Ramón y Cajal viajó a Mallorca y se alojó en Portopí. Fue homenajeado por asociaciones y corporaciones de la isla y trabajó en el laboratorio. Como resultado de estos trabajos en 1917 publicó en la revista Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas un artículo que tituló Contribución al conocimiento de la retina y centro óptico de los cefalópodos. Otro visitante destacado del Laboratorio de Portopí fue Henry Albert Gandolfi-Hornyold que entre 1918 y 1919 realizó investigaciones sobre las angulas de la bahía de Palma. El profesor Gandolfi, que peregrinaba de laboratorio en laboratorio estudiando en todas partes angulas y anguilas, estaba emparentado con la nobleza inglesa, pero su madre era española y le dieron el nombre de Alfonso porque le apadrinó el rey Alfonso XII. En 1911 también realizo una larga estancia en Portopi para realizar estudios sobre la fauna de Mallorca y Cabrera el doctor Hase del Instituto Zoológico de la Universidad de Jena publicando en 1912 en el Zoologischen Anzeiger el artículo Uber die Zoologische Stattion zu Palma de Mallorca. Ese mismo año visito Mallorca el profesor Sauvageau de la Universidad de Burdeos para estudiar desde Portopí las algas fucáceas publicando como resultado de sus estudios en Mallorca importantes artículos. En 1913 el doctor W. Cezierski director del Laboratorio biológico de Varsovia envió a su ayudante Szimon Tenenbaum para familiarizarse con la fauna marina de las islas Baleares y el profesor Julio Schaxel de la Universidad de Jena también trabajó durante cinco meses en el laboratorio de Portopí para realizar investigaciones bioquímicas sobre la evolución de las Clavellina y de otros animales marinos. Así mismo entre julio y septiembre de 1913 el doctor Menacho Suaña, joven médico y naturalista, realizó estudios sobre las lesiones de los ojos de los peces en el acuario del laboratorio publicando sus resultados en el Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural y el doctor Félix Rosen del Instituto Zoológico de Múnich realizó estudios de anatomía fina y embriogenia. El doctor Rainer, ilustre profesor de anatomía y director del Instituto Anatómico de Jassy en Rumania, trabajaba en Portopí cuando estalló la primera guerra mundial por lo cual tuvo que regresar a su país interrumpiendo sus estudios sobre el sistema nervioso de los selacios.
Fueron numerosos también los investigadores españoles que realizaron estancias en Portopí, entre ellos Lozano Rey de la Universidad Complutense, Fuset, Galiano, Pardillo y San Miguel de la Universidad de Barcelona, Rafael de Buen de la Universidad de Cádiz, Aranda de la de Zaragoza, Jaime Ferrer Hernandez de Sevilla, Ipiens de Murcia además de Francesc Ferrer Hernandez, Sadi de Buen, Lecumberri o Becerra. Por otro lado, investigadores de la Academia de Petrogrado, de Breslau, de Ginebra, del Instituto Neurológico de Frankfurt, de Nueva York o de instituciones italianas y francesas que tenían visitas programadas, no las pudieron llevar a cabo a causa de la gran Guerra. No obstante sí que se realizaron con éxito cursos de verano para alumnos de Ciencias y de Medicina de diferentes Universidades y de Escuelas Normales españolas ademas de excursiones escolares de las Universidades de Madrid y Barcelona
Después de la primera guerra mundial, en 1927, cuando el Laboratorio ya se había traslado de Portopí a s’Aigodolça, más cerca de Palma, se firmó un convenio de colaboración con la Kaiser Institut für Biologie de la Dahlem Kaiser Wilhelm Gessellschaft zür Förderung der Wissenschften, la que sería Fundació Max-Planck a partir de 1946. Este convenio era parte de un acuerdo más amplio firmado entre Alemania y España para el intercambio de investigadores que se debía iniciar en 1928. El convenio se firmó en 1931 y se realizaron obras importantes en laboratorio y parece ser que científicos alemanes realizaron estancias en Palma hasta que los acontecimientos políticos y el golpe de estado del general Franco imposibilitaron su continuación. No obstante es escasa, sino inexistente, la información acerca de la identidad y la actividad de estos científicos, algo que llama la atención y podria inducir a pensar en el interes de Alemania en cuestiones extracientíficas.