#56. El establecimiento de la oceanografía en España: Ignacio Bolívar y Odón de Buen

Hace ya mucho tiempo que, durante unas obras que se estaban realizando en la sede del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en la calle Alcalá de Madrid,  encontré entre documentos desechados de los archivos algunos documentos relativos al establecimiento de la oceanografía en España que llamaron mi atención.

 El Instituto Español de Oceanografía había sido creado en 1914 y en 1917 fue dotado de presupuesto y de personal. Los documentos en cuestión estaban fechados precisamente en 1917 y eran una correspondencia entre Odón de Buen, Ignacio Bolívar y Santiago Ramón y Cajal, directores respectivamente del nuevo Instituto, del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. En esa correspondencia se discutia sobre el control del laboratorio de Santander y en definitiva sobre la orientación de la investigación marina en España. En el libro La recerca marina a les Illes Balears. L’origen de l’oceanografia espanyola que publiqué en 2006 y que se puede consultar en formato digital (http://goo.gl/6zNcxd ), en las páginas 19 y 20 y de la 91 a la 94, se hace referencia a esta correspondencia y se pueden consultar copias de los documentos originales.

Los protagonistas principales eran Ignacio Bolívar (http://goo.gl/KLGlcY) y Odón de Buen (http://goo.gl/zFTRJo). El contenido de esa correspondencia me intrigó desde un primer momento y con motivo de la celebración del Centenario del Instituto Español de Oceanografía en 2014 encontré la ocasión de profundizar en su interpretación. En el marco de las actividades a desarrollar, el IEO ofreció la oportunidad de organizar actos de carácter diverso y yo propuse la realización de un seminario para analizar la relación entre Ignacio Bolívar y Odón de Buen en el momento del establecimiento de la oceanografía en España y la propuesta fue aprobada.

Así, el 28 de mayo de 2014 en el Edificio Sa Riera de la Universitat de les Illes Balears (UIB) en Palma de Mallorca pude reunir a los doctores Francisco Bujosa Homar y Joan March Noguera del Grupo de investigación sobre pensamiento científico y filosófico moderno y contemporáneo de la UIB, Gonzalo Lozano Soldevilla Profesor titular de la Universidad de la Laguna y sobrino nieto de Odón de Buen, Antonio Gamundí Gamundí Profesor titular de la UIB y estudioso de la obra de Santiago Ramón y Cajal, Antonio Calvo Roy presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica y Juan Perez Rubin y yo mismo, ambos Investigadores titulares del IEO y estudiosos de la historia de nuestro Instituto.

Antonio Calvo Roy relató lo hablado en aquel seminario y su relato es lo que reproduzco a continuación.

Seminario Odón de Buen

Universitat de les Illes Balears (UIB) – Edificio Sa Riera

29 de mayo de 2014

Antonio Calvo Roy[1], Juan Pérez Rubín y Pere Oliver[2], Francesc Bujosa y Joan March[3], Antoni Gamundi[4], Gonzalo Lozano[5].

[1] Periodista científico. Autor de “Odón de Buen: toda una vida”; [2] Instituto Español de Oceanografía; [3] Grupo de historia de la ciencia de IUNICS/UIB; [4] Universitat de les Illes Balears; [5] Universidad de La Laguna

El establecimiento de la oceanografía en España: Ignacio Bolívar y Odón de Buen: ¿dos modelos diferentes o dos egos en disputa?

En los dos decenios últimos del siglo XIX y los dos primeros del XX se produce el establecimiento de la oceanografía en España, marcado por la presencia de dos figuras relevantes capaces de crear escuelas duraderas que se enfrentaron entre sí disputándose el poder académico, el espacio de investigación, los barcos y los hombres. Eran dos estilos distintos de entender la investigación y dos modelos diferentes de aplicación y eran, sobre todo, dos egos potentes cada uno de los cuales quería ser único y desarrollar toda su influencia sin rivales.

El primer establecimiento dedicado a la investigación del mar en España, más allá de si se dedicaba a la biología marina o a la oceanografía, fue la Estación Marítima de Zoología y Botánica Experimental de Santander, fundada en 1886 por Augusto González de Linares (1845-1904) y que pertenecía a la Universidad de Valladolid. González de Linares nunca consiguió que la Estación funcionara produjera y publicara ciencia de alto nivel, algo que intentó con más ahínco su sustituto en la dirección, José Rioja, enviado allí por Ignacio Bolívar, que había conseguido que la Estación pasara a depender del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN).

No se puede olvidar que previamente había habido algunos intentos más o menos aislados, de los cuales el más significativo es el de Mariano de la Paz Graells (1809-1898), un naturalista que “prestó, a lo largo de muchos años, una persistente atención a los temas marinos. En 1865 entró a formar parte de la Comisión Central de Pesca, realizó numerosos viajes a diversos países europeos para estudiar las explotaciones pesqueras y de cultivo marino, conocer centros de investigación y participar en Congresos y Exposiciones de Marina y Pesca; diseñó muchos de los reglamentos para la explotación de los recursos marinos e impulsó el desarrollo del Museo de Pesca y la acuicultura.”[6]

En todo caso, hasta el de González de Linares no se había establecido ningún laboratorio semejante en España. Sin embargo, problemas administrativos, cambios en el Gobierno, falta de empuje de su creador, ausencia de publicaciones y otros factores hicieron que la estación de Santander languideciera sin llegar a ser verdaderamente relevante. Fue, en todo caso, el lugar de trabajo de los primeros biólogos marinos españoles, que se habían formado en la Estación Marítima de Nápoles, a cuya imagen había creado González de Linares la de Santander. Los primeros biólogos marinos españoles habían llegado a Nápoles en 1883, como becarios de los ministerios Ultramar, Fomento (Instrucción Pública) y de la Armada.[7]

Sin relación con este grupo, Odón de Buen viajó como naturalista en la fragata Blanca, destinada en principio a circunnavegar la tierra durante tres años, 1886-89, y que finalmente visitó los países del norte de Europa y del norte de África en los últimos meses de 1886 y los primeros de 1887. Odón de Buen (1863-1945), que acababa de terminar su doctorado, no tenía especial relación con el mar, pero este viaje le permitió conocerlo y, al mismo tiempo, visitar museos y facultades de ciencias en todos los países que visitó, lo que tuvo una notable influencia en su enfoque posterior de la enseñanza universitaria. De Buen fue a este viaje, en el buque de la armada, como comisionado de la Real Sociedad de Historia Natural, RSHN, dirigida y dominada por Ignacio Bolívar (1850-1944). Tenía, además, el encargo de recolectar muestras para el MNHN.

A su regreso de este viaje iniciático, adecuó las colecciones que había enviado y se preparó las oposiciones a catedrático, que aprobó, a la segunda oportunidad, en julio de 1889, obteniendo una plaza en la universidad de Barcelona. No hay, en sus primeros años, una especial vocación marina, que fue forjándose en buena medida porque el espacio académico que encontró para fortalecerse fue el Laboratoire Arago, en Banyuls-sur-Mer, un pequeño pueblo costero francés a 15 kilómetros de la frontera. El Laboratorie había sido fundado en 1882 por Henri Lacaze-Duthiers (1821-1901), biólogo marino, catedrático de la Sorbona y también fundador de otro laboratorio francés en Roscoff (en el Atlántico, en 1872) y Odón de Buen consiguió ser presentado al catedrático francés y convertirle en su protector internacional. Desde 1892 Odón de Buen, que nada más llegar a la cátedra de Barcelona había organizado excursiones al campo con sus alumnos, incluyó una visita a Banyuls como parte del programa educativo. Los dos sellos de identidad de su cátedra a lo largo de sus 44 años de ejercicio fueron, precisamente, las excursiones al campo y las prácticas de laboratorio. “Es importante darse cuenta de que De Buen está aquí describiendo una revolución en la enseñanza de las Ciencias Naturales, a base de trabajos de laboratorio y excursiones al campo, que él inició. No se trata sólo de una revolución conceptual. Faltaban marcos institucionales cuya institucionalización él mismo tuvo que estimular”[8].

De Buen encontró en la biología marina un campo de interés científico relativamente poco frecuentado por otros investigadores y en el que podía destacar. Por otra parte, su interés científico exigía ese tipo de cambio, puesto que trataba de ser cada vez más sistémico en sus aproximaciones. Le interesaban problemas genéricos más que taxonomías, concepciones globales. Su paso desde sus primeros trabajos de recolector y taxonomista hasta, por ejemplo, su conferencia inaugural en el curso académico de la Universidad de Barcelona en 1909 y tras 22 años en la cátedra, sobre la importancia de la enseñanza de la geografía como disciplina compendio de las ciencias naturales, resumen bien ese cambio, esa trayectoria.

Poco antes, había cambiado también los trabajos de investigación por los de la gestión de la ciencia, aún en ciernes. Su notable sentido gregario, su asociacionismo militante, su deseo de cambiar el mundo y participar en ese cambio, además de otros motores personales también indudables e inherentes a quienes se dedican a la actividad política, le había colocado en un lugar distinto al de la mayoría de sus colegas. Su sólida y apasionada formación política, surgida junto a quien más tarde se convertiría en su suegro, el republicano, librepensador y masón Rafael Lozano Montes (1844-1935), editor de Las Dominicales del Librepensamiento y verdadero mentor político de De Buen, está también extraordinariamente relacionada con este giro profesional. Además de su actividad universitaria, que no se reducía exclusivamente a la Universidad de Barcelona puesto que daba clases y escribía manuales para otros ámbitos académicos, fue primero concejal en el Ayuntamiento de Barcelona y luego senador del reino, entre 1907 y 1909.

Así, Odón de Buen encontró en la investigación marina un lugar adecuado para satisfacer sus ambiciones científicas y políticas, un ámbito académico en el que podía independizarse de otros –el Museo o la universidad- para llevar a cabo allí sus programas sin interferencias. Por eso, cuando pudo crear, en 1906, el laboratorio de Palma de Mallorca, a imagen y semejanza del de Banyuls, no reconoció más patrocinio que el del ministerio español de Instrucción Pública, por una parte, y el Laboratoire Arago, por la otra. No quería debérselo a nadie, y menos que a nadie a Ignacio Bolívar, el único rival con su misma capacidad de influencia, de movimiento político, con su misma ambición para ser el general de lo suyo. La única diferencia es que De Buen se limitaba al ámbito marino –fuera biología o fuera oceanografía- y Bolívar pretendía para sí el campo entero de las ciencias naturales.

Durante este periodo hubo algunos otros intentos de establecer centros de investigación o establecimientos dedicados a la investigación marina de sociedad civil, como la Sociedad Oceanográfica de Guipúzcoa (1908) o la de La Coruña (1906-1918). Se trata, en general de sociedades con intereses pesqueros que empiezan a comprender la relación entre conocimiento científico y rentabilidad de las inversiones y los esfuerzos. Contar con cartas de pesca, batimetrías, estudios sobre las artes o sobre las plagas, como la marea roja, cobran cada vez más importancia. Algunas otras iniciativas, como el pontón Cocodrilo amarrado en el puerto de Barcelona y convertido en laboratorio marino de la Armada, no tuvieron tampoco gran importancia institucional.

Desde que, en 1906, se publicó el decreto fundacional del laboratorio de Palma de Mallorca, la disputa entre Odón de Buen e Ignacio Bolívar fue cada vez más evidente y más enconada. El laboratorio, que se había fundado como una instalación del Museo de Ciencias Naturales, es decir, estaba bajo la dirección de Bolívar, nunca rindió cuentas al Museo. De hecho, se diría que hay un deliberado intento de confusión cuando se cita como una instalación de la Universidad de Barcelona o, casi siempre, como un ente autónomo.

Bolívar fue una figura de suma importancia en las ciencias biológicas españolas. De hecho “la historia reciente de las ciencias naturales en España no puede entenderse sin referirse a la figura magistral de Ignacio Bolívar y Urrutia”[9]. Director, desde 1901 hasta su exilio en 1939, del Museo Nacional de Ciencias Naturales y del Jardín Botánico (1921-1930), autor de cerca de 300 libros y monografías y descubridor de más de mil especies nuevas de insectos y de unos 200 géneros nuevos. Su magisterio se extendió también al campo de la educación, y fue una figura importante de la Institución Libre de Enseñanza y sucesor de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) en la Junta para la Ampliación de Estudios a la muerte del histólogo. Fue un entomólogo de prestigio internacional, tal y como escribió en su necrológica en la revista Ciencia que él mismo había fundado en México, en el exilio, Arthur C. Baker (1875-1959), entomólogo estadounidense: “Algunos hombres son hombres de una ciudad. Otros son hombres de un país. Muy pocos en esta vida son hombres del mundo entero. Ignacio Bolívar fué uno de estos últimos.”[10]

La disputa entre los dos bandos, De Buen y sus hijos por uno, Bolívar y Rioja por el otro, tenía lugar en todos los frentes. Por ejemplo, en la organización de conferencias y cursos en el mismo MNCN y el Ateneo de Madrid por parte de Rioja y de De Buen; o publicando manuales de biología marina cada uno en las editoriales y revistas en las que el otro grupo era más habitual. José Rioja (1866-1945), pieza clave y peón básico de Bolívar, era el sucesor de González Linares en Santander, y había sido enviado allí por Bolívar para controlar la Estación. Bolívar también había conseguido que la Estación pasara de depender de la Universidad de Valladolid, a la que estaba adscrita cuando se creó, al MNCN. Por cierto, Odón de Buen también se presentó a la plaza de director de ese laboratorio, que obtuvo Rioja. (Eran compañeros de carrera y, de hecho, compitieron por el premio extraordinario de licenciatura, que ganó De Buen.)

El intento de establecer una nueva estación de biología marina en Marruecos, concretamente en Mogador, es una batalla emblemática de esas diferencias. Ambas facciones trababan de ampliar su campo de acción y Melilla parecía un buen campo para la batalla. Los De Buen organizaron expediciones desde el laboratorio de Palma y Bolívar, desde el Museo, envió a Manuel Martínez de la Escalera (1867-1949), biólogo y aventurero, a establecerlo. Llegó a haber un proyecto en serio, publicado en la Gaceta y dotado –teóricamente- de presupuesto, con concurso para la dirección –que ganó Rioja- y que finalmente no llegó a formalizarse, aunque el pago de las deudas contraídas para comprar material para ese establecimiento fue también motivo de disputa.[11]

La creación del Instituto Español de Oceanografía, en abril de 1914, es un paso más, esta vez irreversible, en la separación. Con el IEO De Buen logra la independencia absoluta de Bolívar, al que, de paso, arrebata el laboratorio de Santander, puesto que consigue que en el decreto de fundación del IEO se deje claro que estará compuesto por el laboratorio de Palma y el de Málaga, que también había fundado De Buen en 1911 y que administraba él, y además el de Santander, el feudo de Bolívar. Durante tres años la estación de Santander se mantuvo ajena al IEO y dependiendo para todo de Bolívar y del MNCN, hasta que, en 1917, De Buen se encontró con fuerzas para reclamar lo que consideraba suyo, lo que fue visto como una traición absoluta por parte del grupo de Bolívar. En los diarios de las sesiones celebradas en el seno de la Real Sociedad Española de Historia Natural de 1917, queda constancia de lo enconado de la discusión, de cuyo resultado dependía que el laboratorio santanderino pasara manos del clan De Buen o se mantuviera en el clan Rioja, puesto que José Rioja también tenía un hijo oceanógrafo, Rioja Lo-Bianco, que se había formado precisamente para heredar ese puesto.

La RSEHN decidió, casi por unanimidad –los de Buen estaban prácticamente solos allí, en el verdadero feudo de Bolívar que era el zar de las ciencias naturales- mover todos los hilos posibles para evitar que el laboratorio de Santander pasara del MNCN al IEO, aunque así estaba estipulado en el decreto fundacional. Como el museo pertenecía a la Junta para la Ampliación de Estudios, embarcaron a Ramón y Cajal, presidente de la JAE, para que enviara una carta al ministro de Instrucción Pública y evitara lo que consideraban una secesión y una pérdida irreparable. Pero Odón de Buen supo moverse mejor en los ámbitos políticos, no en vano había sido senador y era mucho más hábil políticamente que los demás, que eran académicos, y consiguió, involucrando a la prensa y al rey Alfonso XIII, llevarse el gato al agua y desalojar al MNCN de Santander.[12] Rioja Lo-Bianco y los biólogos del Museo trataron de mantener campañas de biología marina en diversos lugares de la costa cantábrica sin que ninguno llegara a ser un establecimiento definitivo, mientras que De Buen, por su parte, hizo crecer al IEO y, con altas y bajas, creó los laboratorios de Vigo y Las Palmas de Gran Canaria, ambos de vida efímera.

Desde 1917 la separación entre el Museo y el IEO se hace cada vez mayor, viviendo realidades y espacios diferentes. Tras la Guerra Civil, prácticamente todos los protagonistas de esta historia, los De Buen, los Bolívar y los Rioja, se exiliaron a México, donde no terminaron las disputas y donde, como muestra el análisis de la revista Ciencias, fundada por Ignacio Bolívar, los rencores se mantuvieron mucho tiempo. La fría necrológica escrita en esta revista por Cándido Bolívar, hijo de Ignacio, ante la muerte de Odón de Buen, la de Rioja Lo-Bianco sobre Ignacio Bolívar y el hecho de que, en una nómina de un centenar de investigadores del consejo editorial de la revista no hubiera ni un solo De Buen, son también muestras de los largos rencores acumulados.

[6] Fraga Vázquez, 1996, pág. 14. [7] Pérez-Rubín Freig, 2012. [8] Glick, 1989, pág. 232. [9] Gomis, 1988, pág. XI (En Cazurro, 1921). [10] Baker, 1945, pág. 97. [11] Pérez-Rubín Freig, 2011, pág. 278. [12] Calvo Roy, 2014, pág. 157

Bibliografía

Baker, Arthur C., 1945: In Memoriam don Ignacio Bolívar y Urrutia, Ciencia 6 (3): 97.

Calvo Roy, Antonio, 2014: Odón de Buen, toda una vida, Ediciones 98, Zaragoza.

Cazurro, Manuel y Arias Encobet, José (1921), 1988: Ignacio Bolívar y las Ciencias Naturales en España, Introducción a cargo de Alberto Gomis Blanco, Madrid, CSIC, Imprenta Clásica.

Fraga Vázquez Xosé A. (1996): La institucionalización de la biología marina en España. El mito de González de Linares (1845 1904). Antilia, Vol II. Artículo nº 1

Glick, Thomas F. 1989: La ciencia contemporánea en las memorias de Odón de Buen, en Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, M. Valera y C. López Fernández (eds.) Tomo 1, pág. 229-243.

Pérez-Rubín Feigl, Juan, 2011: Por la zoología marina y las pesquerías en el NO de África, con los itinerarios costeros de M. Mz. Escalera (1901-1916), páginas 165-188, en Martín Albaladejo, C. e Izquierdo Moya, I. (eds.). 2011. Al encuentro del naturalista Manuel Martínez de la Escalera (1867-1949). Monografía del Museo Nacional de Ciencias Naturales. CSIC, Madrid.

Pérez-Rubín Feigl, Juan, 2012: Las Ciencias Marinas: sus variados orígenes y el desarrollo del Instituto Español de Oceanografía (1850-1985). Páginas: 93-102. En: España Explora. Malaspina 2010, Madrid, CSIC, M. Á. Puig-Samper (ed.).

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